¿Qué hay en el tercer cajón?
Cuando vas de visita a la casa de un amigo o un pariente, son
varios los motivos que te pueden llevar a querer abrir uno de los cajones de ese
mueble que está en la cocina. Puede que estés buscando el abridor de botellas,
un cuchillo o una servilleta. En los casos de mayor confianza, ni siquiera vas
a pedir permiso, simplemente abrís el cajón y listo, ahí estará lo que buscás.
En un grado menor de confianza, tal vez anuncies tu intención antes de llevarla
a cabo –Che, ¿el destapador está en el primer cajón?-, o tal vez – ¿puedo buscar
el abrelatas en el cajón de la cocina?-.
Si no encontrás lo que buscabas en el primer cajón, es
bastante probable que vayas por el segundo cajón. Pero lo que va mas allá de
toda convención, derriba murallas, invade, trasgrede, es un atentado directo a
la privacidad y casi diríamos una profanación, es atreverse, intentar siquiera abrir
el tercer cajón.
Es absolutamente imprevisible saber qué podemos encontrar
allí. El tercer cajón es el reducto donde van a parar los más diversos
adminículos con funciones insospechadas. Es una radiografía directa de lo más
íntimo de la vida de la familia que estás visitando. Atreverse a abrir el
tercer cajón es ir más allá de los límites permitidos. Nadie que pretenda
conservar una sana relación con el dueño de casa intentará siquiera preguntar
qué se esconde en ese particular espacio.
El tercer cajón es de uso exclusivo de los habitantes de la
casa. Nunca pises ese territorio.
¿Qué hay en tu tercer cajón?